A TI QUE ESTÁS LEYENDO ESTAS LÍNEAS: GRACIAS.
A todos los que han dicho alguna vez “¡qué bonito!”, viendo algo que yo haya creado.
A todos los clientes para los cuales he trabajado, por haber creído en mí. Por haberme abierto su corazón, haber compartido conmigo sus maneras de vivir, y haberse mostrado felices con mi trabajo.
A mis profesores, por haberme enseñado a encontrar el camino adecuado; Alberto Campo Baeza y Juan Carlos Sancho: por haberme enseñado la importancia de la IDEA como pilar sobre el que se sostiene el proyecto. A Pepe Horcajada, por haberme enseñado a jugar con colores y texturas para crear volúmenes sobre el papel. A Jaime Cervera, por aquellas fascinantes clases de Proyecto de Estructuras de sexto. A Mercedes Peláez, que me enseñó a venerar la línea recta, limpia y bien trazada, y gracias a la cual, no “se me escapa una” cuando veo algo torcido. A Eduardo Gómez, director del CEU de Arquitectura, por haberme hecho sentir ser una alumna especial.
A los constructores con los que he trabajado a lo largo de estos años por haberme tratado como una reina.
A todos los arquitectos y estudiantes que han trabajado y trabajan conmigo, por haber compartido conmigo su trabajo y haber sido tantas veces mis manos y mis ojos (gracias muy especiales a ti, Teresa Martínez).
A mis “angeles de la guarda”, que he ido conociendo entre despachos, proyectos visados y expedientes: Pilar Fernández, del COAM; Juan Diaz-Romeral, de Gerencia de Urbanismo. A mi bedel anónima. Siempre manos amigas dispuestas a resolver mis dudas.
A mis proveedores y artesanos, por compartir conmigo su experiencia y hacerlo con ilusión compartida y entrega personal.
A JuanJo Mora y a Juanma Rodriguez, de REINICIO, padres de esta web, por haberme sugerido trabajar mucho en ella y haber logrado que fuera como habíamos imaginado: un lugar muy personal y una gran ventana al exterior. Por haberme guiado en la introspección, la retrospección, la recopilación, la reflexión, la clasificación, la estructuración, la planificación y la proyección. Por ser mis “pigmaliones” en la web 2.0.; por haberme enseñado la importancia de Internet, redes sociales, y todo el mundo tecnológico al que nos dirigimos.
A Le Corbusier, Mies Van der Rohe, Jean Nouvel, Campo Baeza, Zaha Hadid, Tadao Ando, Soto de Moura, Utzon, Barragán, Legorrieta… por su Arquitectura.
A Rene Magritte, por mostrarme el lado surrealista de la vida.
A Giorgio de Chirico, Paul Kandinsky, Vladimir Malevich, Vincent Van gogh, Edvard Munch, por hacerme vibrar con sus cuadros y poesías dibujadas.
A Pablo Neruda y a Saint-Exupéry, por haber escrito las cosas que siento.
A Eduardo Mendoza, por haberme hecho reír (gracias por “Sin noticias de Gurb”).
A Andrés Calamaro y Ariel Rot, por ayudarme a encontrar mi lado argentino.
A Tchaikovsky, Chopin, Mozart…A Andrew Lloyd-Webber, Mark Knopfler…
Al yoga, (a mi maestra Montse) por haberme enseñado a escuchar mi interior a través de mi cuerpo.
A Gabriel, por su apoyo y cariño incondicional. Por aguantarme muchas veces. Por relativizar las cosas que no tienen importancia. Por sus grandes consejos. Por esas frases tan valiosas (“la peor gestión es la que no se hace”). Por su cariño incondicional. Por su buen humor. Por su amistad. Por ser un gran padre. Por ser un ejemplo de responsabilidad y entrega.
A mis hijos: A Gabriel, por hacerme sentir otra vez niña tantas veces. Por ser igual que yo en muchas cosas. Por su interés hacia mi trabajo, su admiración. Por estar lleno de inquietudes. Por sus ganas de aprender, su sentido de la estética. Por ser tan artista. A Beltrán, por mirarme con esos ojazos y reírse a carcajadas. Por sus bromas. Por su alegría, su todavía inocencia, su espontaneidad. Por esos dibujos tan bonitos que me regala.
A mi madre, por apoyar desde el comienzo “mi espíritu creativo”, y haberme siempre alentado a desarrollarlo, creer en él, y disfrutarlo.
A mi padre, por haberme enseñado el valor del esfuerzo y el trabajo, y por tantas palabras de aliento en las largas noches de estudiante.
A ambos, por haberme dado la oportunidad de aprender, y más tarde y siempre creyendo en mí, de trabajar en tantos y tan importantes proyectos.
A mi hermana, por ser un ejemplo de constancia, superación y… ¡Maternidad!
A mis cuatro abuelos, por estar siempre tan orgullosos de mí; a Pilar, por ser mi maestra particular de Arte. A Pipa, por defender siempre que la mujer debe trabajar y realizarse.
A Silvia, sin cuya ayuda no habría podido despreocuparme un poco de asuntos domésticos y dedicarme en cuerpo y alma a este proyecto. Por cuidar de mis niños. Y a todas las personas que con su trabajo nos hacen más confortable el día a día.
A todos los que, en la familia, me llaman artista con tanto cariño: mis cuñados Jaime de la Torriente, Javier Medem, Ricardo Medem, Roberto Medem. A María de la Torriente.
A mi cuñado Otto por ser un ejemplo de voluntad y creatividad constante.
Al resto de mi familia política, por no ser nada políticos. Por su sinceridad y cariño.
A mi suegro, quien siempre demostró que no hay edad para la ilusión y las ganas de emprender nuevos proyectos.
A mis amigas, por darme tantas veces la fuerza y ánimos que necesitaba. Por hacerme “desconectar” un poco, por ofrecerme siempre su ayuda.
En especial a Almudena del Moral, Blanca de la Riva, y Covadonga Cánovas, que siempre me animaron a crear ésta web y darme a conocer.
A Paloma Segrelles, por aquella merienda en su casa, donde tomé la decisión de sacar éste proyecto adelante, y de la cual surgieron muchos contactos interesantes (Gracias, Claudia Stilianopoulos, por haberme recibido con los brazos abiertos en tu estudio)
Cómo no, a mi “grupo de apoyo” particular, sin cuya ayuda, tiempo y opinión, no habría resuelto muchas de las cuestiones que se me plantearon en el camino: Lorena Alonso, Sofía Medem, Belén Ortiz-Echagúe, María Fraile.
A Rocío Galatas, Belén Domecq, y María Botas, por sus valiosos consejos.
A Maria Eugenia Medem, Susana Díez, y Sonia del Portillo, por haberme dedicado parte de su tiempo.
Muy en especial a Lorna Smith, “mi Hada Madrina”. Por su cariñoso apoyo y por haberme abierto tantas puertas de otro modo difíciles de abrir.
Y a Dios, por habernos hecho capaces de crear.